Habías sentido hasta aquel instante muchas sensaciones diferentes en tu vida, tanto físicas como psicológicas. Magulladuras externas o internas te habían hecho alertarte del peligro al que nos exponemos a diario, pero nada fue comparable a aquel grito desgarrador que apabulló tu sedienta alma. Aquello era dolor, auténtico dolor, del que exprime hasta la última lágrima de tu cuerpo, dando lugar a eso que creías haber conocido antes, pero que sólo eran avisos para lo que te esperaba: la tristeza. Esa mala consejera que abofetea tus entrañas y te mantiene alejada de los vértices de la libertad. Ella borró tu sonrisa y convirtió el sol de tus días, en una densa niebla que disipaba hasta el color de tu mirada. Dejaste de distinguir entre el bien y el mal, es más, dejó de importarte lo que era bueno o malo. Sabías que pasaría, pero hasta que pasara, las horas se volverían tus peores enemigas. Y se instaló desteñida a vivir contigo la sombra de lo que fuiste y sonreír por compromiso se convirtió en todo un modo de vida. Jamás fuiste una de esas personas que estallan pronto en sentimientos ocultos, sólo cuando realmente están saturadas, y tú simplemente no lo estabas. No era saturación, era más bien indiferencia ante un desustanciado día a día, que sin duda, nadie entendería si intentabas explicarlo. Y fueron muchos, muchísimos los minutos que sin sal y sin azúcar, tuvieron que pasar por delante de tu cara para que decidieras, sin rendir cuentas, ni pedir favores, tomar la brújula de tu existencia.
Y se fue, no hay más explicación que esa. Un día, cogió las maletas y se marchó, dejando una paz interior digna de haber sido donada en porciones a cada ser humano del mundo. De repente, esa insostenible "amiga" que se agarró fuerte a la vida a tu costa, llamada "tristeza", un día había desaparecido y ni una nota de despedida había dejado. No era necesario, simplemente sabías que no volvería, al menos de esa manera, al menos ya no así. Y todo cobró sentido, la ventana anunciaba un radiante sol que iluminaba aquellos rincones fríos y desalentados de antes. De un antes que cada vez parecía más lejano.
No volviste a caer. Ahora, cada vez que pareces flojear, te enderezas con fuerza, ahora sabes el camino correcto para que nada vuelva a destrozar lo que ya fue destrozado. Ahora ya no hay ninguna bomba apunto de ser detonada, pues sobreviviste a la única detonación del camino: la de la verdadera tristeza, la que sólo se siente una vez en la vida y de la que se aprende tanto y tan rápido, que no os volvéis a cruzar. Ya no volverá a rodearte con sus frías manos haciéndote sentir una fragilidad que nunca estuvo, que nunca estará.
La felicidad no se busca. La felicidad es. Y para ti, ¿qué es?
El tema de hoy es "Felicidad" de La Cabra Mecánica. Un grupo musical que da muy buena energía y una canción, que personalmente, me gusta muchísimo.
"Mata más gente el tabaco que los aviones y he perdido el miedo a volar."
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