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martes, 24 de mayo de 2016

LA VEGA ES DEL TORO

Estas semanas estoy muy contenta, gracias a una noticia que también mi entorno ha recibido con entusiasmo y es la prohibición del lanceo al Toro de la Vega. Sí, ojalá pudiésemos estar hablando de la abolición total de este "festejo", pero de momento hará falta mucha más presión social para conseguir que desaparezcan los animales en cualquier festividad de este país y eso es misión de todos, sólo la unión hace la fuerza y por esta vez, aunque pareciese un milagro, se ha conseguido. Bien es cierto que habrá que esperar hasta septiembre para ver cómo se desenvuelve el día, aunque sabemos que van a desencajonar un toro que correrá como en un "encierro común" por la vega de Tordesillas, donde no hace mucho Rompesuelas agonizaba con su cuerpo cubierto de sangre, en el mismo lugar donde también lo hicieron Elegido, Volante o Vulcano. No olviden esos nombres que un día fueron expuestos a un espectáculo repulsivo en el último día de sus cortas existencias. 

Hace poco leí un artículo que hablaba sobre tauromaquia y se mencionaba una frase que me pareció curiosa. "Lo evidente es difícil de demostrar". Esa frase me hizo pensar y la verdad es que podría aplicarse a cualquier circunstancia de la vida, pero cuando la empleas hablando de este tema, encaja igual de bien que el zapato de cristal al pie de Cenicienta. 
Un toro no es un perro, evidentemente, un toro se mueve por instinto puro y duro y no alberga los sentimientos de un can, que a lo largo de los siglos ha sido adaptado al ser humano, como su compañero más fiel. Un toro, según dicen, pasa sus cinco años de media de vida, como un verdadero rey, corriendo libremente por las dehesas, dicen de él que se cría para ello, que alimenta a mucha gente y que realmente se le respeta. Hasta ahí todo va bien, el problema es que todas esas excusas baratas, a mi parecer, no dan a nadie el derecho de exponer a un animal a un "espectáculo" donde su sangre va a ser aclamada por un público que ahí no ve un ser vivo. Porque si por un momento, cualquiera de los que pagan una entrada por ir a una plaza de toros o se pasean triunfantes por las calles de un pueblo que cree que sus tradiciones están por encima del bien y del mal, se pararan a meditar que eso que tienen ante sus ojos, cansado, asustado, aturdido, acorralado y desangrado, siente dolor, quizás comprenderían por qué somo tantos (y somos mayoría) los que pedimos a gritos que desaparezca esto que algún día fue seña de identidad de un país, que desde luego, no está en el presente para alardear de cultura. 
"Lo evidente es difícil de demostrar", ¡y tan difícil! Pero lo evidente ante la ignorancia elegida y autoimpuesta por uno mismo con una venda en los ojos, más bien diría que es imposible de demostrar. Pero no hay que rendirse, no hay que cansarse. Yo también un día fui partícipe de los toros como diversión, también contribuí a lo que hoy veo salvaje y medieval. También estuve tras una barrera gritando cada vez que el toro se acercaba, ¡cómo si no tuviese yo más cosas que hacer en la vida! Pero llegó mi punto de inflexión, cuando los últimos años eso ya no me divertía. Cuando empecé a pensar. Cuando comenzó a darme más pena que risa y lloré escuchando un toro bramar de miedo mientras lo embolaban. En ese momento supe que algo no funcionaba y que no quería ser una más entre una multitud cuya empatía perdieron huyendo de un animal que no ha decidido estar ahí o quizás la perdieron en algún libro que nunca leyeron o puede ser que en esos viajes que aún les quedan por hacer, más allá del mundo de su pueblo y sus "tradiciones". No señalo a nadie con el dedo, pero sí generalizo, porque divertirse ante el sufrimiento de un ser vivo y lo peor de todo, no ser consciente de ello por tenerlo interiorizado, no es sano, no es normal, ni es razonable. Yo siempre intento respetar las aficiones de todas las personas, en la diversidad está el gusto, básicamente porque me agrada que también las mías sean respetadas, pero esto no sólo no puedo respetarlo, es que tampoco puedo aceptarlo, ni comprenderlo. Porque el mundo es maravilloso y alberga un millón de cosas que se pueden hacer sin dañar a aquellos que sienten y padecen, a aquellos que por tamaño son más fuertes, pero mentalmente son más vulnerables y el ser humano se aprovecha de ello. 
Así que por supuesto, la noticia del Toro de la Vega para mí ha sido muy importante y cuando me enteré no cupe en mí de alegría. Es hermoso cuando todo se va poniendo en su sitio, cuando la sociedad se une en una sola voz y se crean cosas tan fantásticas como esta. Porque no pararemos hasta conseguir un país libre de maltrato animal amparado en la más que desgastada palabra "tradición", y porque es mucho más bonito decir "evolución". Porque amo a los animales y por eso siempre estaré de su parte, hay que darles voz, nosotros que podemos y algún día no tendremos que replantearnos esto, porque simplemente será algo normal: el respeto al prójimo.
Si no lo ven mis ojos, que mis hijos sí lo vean. 




Adjunto un pequeño texto que escribí en julio de 2015: 

"El ser humano tiene un gran sentido de inferioridad, pues se mide a un animal en fuerza, aun sabiendo que este es cien veces superior, con armas artificiales inventadas para matar. 
Un cara a cara sería inviable, pero la diferencia es que un animal, jamás iría a territorio ajeno a medirse con trampas a un ser humano."


Hoy esta canción, porque cuando la escucho, aún logro creer en la humanidad. 

https://www.youtube.com/watch?v=Pe_Z4RVVZfU

"Si los hombres han llegado hasta la Luna, si desde Sevilla puedo hablar con alguien que esté en Nueva York, si la medicina cura lo que antes era una muerte segura, dime por qué no es posible nuestro amor".

lunes, 23 de mayo de 2016

DELIRIOS

Qué fácil sería caminar, rodar, girar, sentir o vivir si el diálogo fuese la única vía factible de comunicación. Un lugar (al que no llamaremos mundo), donde los gestos sean simplemente eso, gestos, sin doble rasero, ni esa intención de picardía que hace tanto enfadar a otro. Un lugar aparentemente sano, donde las flores crezcan con más colores primarios que nunca y donde la luz del sol sea nuestra única despreocupación real, con dorados flecos de felicidad. Un lugar ¿maravilloso?, en el que las personas se comprendan, donde una explicación valga y las palabras tomen una importancia inaudita y peculiar para conseguir un estado de ¿bienestar? jamás descubierto antes. 

Qué fácil sería, pues, rodar, girar, sentir o vivir, en un suelo habitable, repleto de asfalto y bocas llenas alimentadas de buen hacer. No habría rencillas, ni discusiones, ni peleas, ni guerras. No habrían clavos ardiendo, ni quebraderos de cabeza.

Qué sencillo sería, pues, aburrirse, morir, no equivocarse o dormir sin hablar, sin roncar, sin sonambulear. Qué espeluznantemente poco complicado sería precipitarse al vacío del abismo y pellizcarse sin sentir si uno está vivo. Cuántas vueltas de hoja por pasar nos quedarían pendientes a la espera de un instante que siempre parece ser pasado sin haber sido presente. Cuántos capítulos sin vivir se hubiesen quedado en el camino con esa esquinita doblada un día, marcando un stand by que se alargó en el tiempo, antes de este acabose. De esta NADA que ha estallado en mi cabeza, en forma de utopía, quizás. 
La NADA es la definición exacta del todo. Y el todo, es simplemente NADA.
Porque no habría NADA sin todo, ni todo sería posible sin NADA. Tan fácil como caminar o no hacerlo, como correr sin sofocar el corazón o mirar el sol marcharse una tarde de verano, sin erizarse en el cuerpo la piel interior. La que no se ve. La que hace que seamos incomprensibles como personas y entre personas. 

No piensen en este texto demasiado, jamás podría ocurrir y si ocurre, que sea fácil, pues. 

Carol.


Las nubes de tu pelo - Fito y Fitipaldis

https://www.youtube.com/watch?v=qdG2i-QqG54

"Lo mejor del sol, el brillo de la luna". 

lunes, 2 de mayo de 2016

NIÑOS, SOLUCIÓN FINAL.

Anoche estuve leyendo y leyendo, como he hecho tantas otras veces, información, páginas y blogs sobre el Holocausto. No durante todo el período del Tercer Reich, no de cuando Hitler llega al poder, de cuando se instala o de la Noche de los Cristales Rotos, sino desde esa parte llamada "solución final", cuando se construyó Auschwitz II en Bikernau; sí, a veces soy un poco morbosa y me gusta interesarme por las cosas más espantosas de la historia en profundidad, pero no puedo evitarlo.
Aunque en realidad anoche me centré especialmente en lo que a mí, a día de hoy, me sigue haciendo llorar cuando veo fotos o documentales y eso que no he visto El niño con el pijama de rayas (2006) -seré la única, por cierto-; sí, hablo de los niños, de lo que sin duda ha sido siempre la parte más vulnerable, perjudicada y contaminada a lo largo de los siglos. Leyendo hasta exprimir el último dato posible, me vino a la mente, en forma de flash y como si yo hubiese estado allí presente, el dolor y sufrimiento que ni tan siquiera les dio tiempo a sentir a todos aquellos niños que fueron separados de sus padres, inservibles para cualquier trabajo infrahumano al que eran sometidos los adultos y arrebatados de su alma para toda la eternidad, para terminar formando parte de unos libros de historia que no los mencionan. Porque en este mundo en el que vivimos, también actualmente y me atrevería a decir que de una forma mucho más descabellada, parece que la niñez está condenada a padecer los errores de nuestras enfermas mentes de "mayores". La historia nos lo grita continuamente y así es como lo vivieron los niños a los que sin piedad, se les condujo por una senda que los llevaría a la luz celestial sin darles opción a sus huesos crecer. Y entonces recordé una escena de La lista de Schindler (1993), cuando sale una niñita preciosa, con su abriguito rojo. Quien haya visto esta película sabrá que es en blanco y negro, sin embargo en esa escena, sólo su chaqueta se puede ver en color, el de la sangre derramada de la más absoluta inocencia. 
Unas escenas después, ese mismo abrigo se encuentra apilado en una montaña de objetos personales que ya no tienen ningún valor para quienes, sin excepción, han sido gaseados. Sí, esa niñita preciosa de tirabuzones, había sido ejecutada de una de las maneras más crueles que puedan existir: sin comprender. 
Como murieron todos y cada uno de los millones de niños aquellos días, aquellos días a los que Hitler puso el nombre, pero junto a él hubieron miles de manos que jamás miraron a los ojos a un niño, aun teniendo hijos. Esos que no consintieron que crecieran esas tiernas raíces, para que así, jamás se convirtieran en un enorme y alimentado árbol, que vengara a sus progenitores. 
Es curioso, porque en aquellos años, había mucha gente que desconocía lo que sucedía, pero fuese lo que fuese, debía estar bien, pues seguramente los judíos sólo querían quitar derechos y empleo a los alemanes verdaderos y auténticos, los que su "grupo sanguíneo determinaba su única raza posible para habitar ese país". Y nadie salió a la calle a gritar por esas personas, nadie fue la voz de esos niños, porque el pueblo consintió aquello, porque estaban de acuerdo. 
Fijaos, pongo el telediario todos los días, y veo niños hambrientos, sedientos, congelados o simplemente muertos en las costas, unos directamente, no tienen la opción, ni tan siquiera, de hacer el amago de buscar ayuda en cualquier otro país mientras a otros les cierran fronteras, les acorralan y les arrinconan. Leo y escucho a las personas civiles, los que considero como yo o como tú que me estás leyendo, que con la suficiente dureza en sus caras, acusan de lo mismo que los alemanes en su día hicieron con los judíos. Pero esta vez, con la comodidad que aporta escupirlo desde el sofá de casa. 
Y evidentemente a mí esto me da miedo, mucho mucho miedo, el que haya seres humanos que no sean capaces de ver más allá en los ojos de un niño; sin escrúpulos y sin razón. Que su dedo acusador señale almas puras que no saben por qué, ni cómo, ni cuándo. No entienden de crueldad, porque aún no les debería haber llegado la hora de conocerla. Como si no llevásemos suficientes cadáveres sin crecer cargados a nuestra espalda...
Y aún nos planteamos si sería posible que sucediera La Ola (2008) en la vida real. Por favor, queridos, si el peor Hitler que ha habido, hay y habrá en la historia, somos nosotros mismos. 

"Nunca es demasiado tarde para tener una infancia feliz".
Tom Robbins.



La canción de hoy se titula Children, como no podía ser de otro modo, de Robert Miles. todo un himno de mediados de los 90. 

https://www.youtube.com/watch?v=QwqmJilXxJY

Por los grandes olvidados de nuestra historia. Por ellos. Por los niños.