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lunes, 2 de mayo de 2016

NIÑOS, SOLUCIÓN FINAL.

Anoche estuve leyendo y leyendo, como he hecho tantas otras veces, información, páginas y blogs sobre el Holocausto. No durante todo el período del Tercer Reich, no de cuando Hitler llega al poder, de cuando se instala o de la Noche de los Cristales Rotos, sino desde esa parte llamada "solución final", cuando se construyó Auschwitz II en Bikernau; sí, a veces soy un poco morbosa y me gusta interesarme por las cosas más espantosas de la historia en profundidad, pero no puedo evitarlo.
Aunque en realidad anoche me centré especialmente en lo que a mí, a día de hoy, me sigue haciendo llorar cuando veo fotos o documentales y eso que no he visto El niño con el pijama de rayas (2006) -seré la única, por cierto-; sí, hablo de los niños, de lo que sin duda ha sido siempre la parte más vulnerable, perjudicada y contaminada a lo largo de los siglos. Leyendo hasta exprimir el último dato posible, me vino a la mente, en forma de flash y como si yo hubiese estado allí presente, el dolor y sufrimiento que ni tan siquiera les dio tiempo a sentir a todos aquellos niños que fueron separados de sus padres, inservibles para cualquier trabajo infrahumano al que eran sometidos los adultos y arrebatados de su alma para toda la eternidad, para terminar formando parte de unos libros de historia que no los mencionan. Porque en este mundo en el que vivimos, también actualmente y me atrevería a decir que de una forma mucho más descabellada, parece que la niñez está condenada a padecer los errores de nuestras enfermas mentes de "mayores". La historia nos lo grita continuamente y así es como lo vivieron los niños a los que sin piedad, se les condujo por una senda que los llevaría a la luz celestial sin darles opción a sus huesos crecer. Y entonces recordé una escena de La lista de Schindler (1993), cuando sale una niñita preciosa, con su abriguito rojo. Quien haya visto esta película sabrá que es en blanco y negro, sin embargo en esa escena, sólo su chaqueta se puede ver en color, el de la sangre derramada de la más absoluta inocencia. 
Unas escenas después, ese mismo abrigo se encuentra apilado en una montaña de objetos personales que ya no tienen ningún valor para quienes, sin excepción, han sido gaseados. Sí, esa niñita preciosa de tirabuzones, había sido ejecutada de una de las maneras más crueles que puedan existir: sin comprender. 
Como murieron todos y cada uno de los millones de niños aquellos días, aquellos días a los que Hitler puso el nombre, pero junto a él hubieron miles de manos que jamás miraron a los ojos a un niño, aun teniendo hijos. Esos que no consintieron que crecieran esas tiernas raíces, para que así, jamás se convirtieran en un enorme y alimentado árbol, que vengara a sus progenitores. 
Es curioso, porque en aquellos años, había mucha gente que desconocía lo que sucedía, pero fuese lo que fuese, debía estar bien, pues seguramente los judíos sólo querían quitar derechos y empleo a los alemanes verdaderos y auténticos, los que su "grupo sanguíneo determinaba su única raza posible para habitar ese país". Y nadie salió a la calle a gritar por esas personas, nadie fue la voz de esos niños, porque el pueblo consintió aquello, porque estaban de acuerdo. 
Fijaos, pongo el telediario todos los días, y veo niños hambrientos, sedientos, congelados o simplemente muertos en las costas, unos directamente, no tienen la opción, ni tan siquiera, de hacer el amago de buscar ayuda en cualquier otro país mientras a otros les cierran fronteras, les acorralan y les arrinconan. Leo y escucho a las personas civiles, los que considero como yo o como tú que me estás leyendo, que con la suficiente dureza en sus caras, acusan de lo mismo que los alemanes en su día hicieron con los judíos. Pero esta vez, con la comodidad que aporta escupirlo desde el sofá de casa. 
Y evidentemente a mí esto me da miedo, mucho mucho miedo, el que haya seres humanos que no sean capaces de ver más allá en los ojos de un niño; sin escrúpulos y sin razón. Que su dedo acusador señale almas puras que no saben por qué, ni cómo, ni cuándo. No entienden de crueldad, porque aún no les debería haber llegado la hora de conocerla. Como si no llevásemos suficientes cadáveres sin crecer cargados a nuestra espalda...
Y aún nos planteamos si sería posible que sucediera La Ola (2008) en la vida real. Por favor, queridos, si el peor Hitler que ha habido, hay y habrá en la historia, somos nosotros mismos. 

"Nunca es demasiado tarde para tener una infancia feliz".
Tom Robbins.



La canción de hoy se titula Children, como no podía ser de otro modo, de Robert Miles. todo un himno de mediados de los 90. 

https://www.youtube.com/watch?v=QwqmJilXxJY

Por los grandes olvidados de nuestra historia. Por ellos. Por los niños. 

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