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sábado, 16 de julio de 2016

AIRE

Un gran amasijo de hierros enlazados entre sí gobernaba su cabeza. Su estómago, en ese momento, no era mucho más que el enredo al que su cerebro estaba siendo sometido. Tenía miedo, y estaba segura de haber conocido esa sensación en otras ocasiones, pero en todas y cada una de ellas, era impactante y desagradable, como esas cosas que a deshora nos desvelan los sueños. Sentía presión, una presión golpeando fuertemente su nuca, un sudor frío recorriendo hasta el último rincón oculto y desamparado de su cuerpo, hasta ese, por ejemplo, dedo pequeño del pie del que sólo oía hablar cuando se daba un golpe. "Ojalá estuviera ahí, golpeándome con cualquier mueble, de mi ahora tan añorado hogar, eso significaría muchas cosas, pero sobre todo que estaría pisando terreno seguro", pensaba ella entre sollozos que retumbaban en la desierta noche, como aullidos de loba atrapada en una trampa mortal. 
La tensión también se había apoderado de su cabello tizón y experimentaba a su vez un desaliento propio de a quien el pánico tiene secuestrado. La ansiedad vagaba a sus anchas por unas células que en otro momento se habían sentido tranquilas. Neuronas amordazadas por una histeria detonada. No era el fin, o al menos eso se intentaba ella repetir. 


Podría ser el comienzo de un libro. 

Continuará...




Aire - Mecano 

"Este cuarto es muy pequeño, para las cosas que sueño". 

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