https://twitter.com/carolcarol91

viernes, 1 de julio de 2016

IMPACTO

El último capítulo del libro que terminé hace unos días, decía algo así como que a las personas nos gusta ayudar a los demás para hacer crecer nuestro ego, es decir, siempre nos volcamos en facilitar nuestra mano a aquellos que consideramos están por debajo de nuestros privilegios o de nuestra propia vida. No eran estas las palabras textuales, pero sí el mensaje. 
Lo cierto es que nunca me había planteado el auxilio al resto de esa forma. Siempre me ha gustado prestar mis manos a aquellos que me las pidan, pero nunca imaginé que con ello, bien es cierto, uno se retroalimenta y como consecuencia se crea un bloqueo emocional en ambas partes, el auxiliado y el auxiliador. 
Necesitamos sentir la bendición constante del mundo, necesitamos que los demás sepan lo buenos que somos con obras caritativas a costa de una vida, bien sea humana u otro tipo de animal. Es una necesidad del ser humano, aunque no nos lo planteemos a menudo: nadie se considera mala persona. 
Nos apresuramos a borrar las manchas de nuestro pasaje con buenos intentos de caridad, pero realmente, a nivel global y no individual, ¿lo hacemos por los demás o por nosotros mismos? Siempre que hablan personas que pertenecen a un voluntariado, cualquiera que sea, los oiréis decir que es una satisfacción enorme, que a nivel personal no tiene comparación, que te llena y bla, bla, bla. Ahí está la clave de todo lo que hacemos: la satisfacción personal, incluso cuando es a otro al que debería satisfacer tu trabajo. Pero el ser humano es egoísta desde su nacimiento, el egoísmo forma parte de nuestro modo de vida y ya no por la sociedad en la que vivimos (que lo engrandece hasta límites insospechados), sino desde que la humanidad se creó. Por eso se descubrió que los animales eran comestibles, por ejemplo, ¿no? Y por eso a día de hoy seguimos anclados a un gobierno corrupto, por ejemplo, ¿no?
La empatía es una palabra que escuchamos muchas veces, pero de la que carecemos todos, aunque cabe decir que hay quien la domina mejor que otros y aunque el humano es patológicamente egoísta desde tiempos ancestrales, es posible que en la actualidad aún lo sea más. 
Es el punto común que nos une en masa y cuando eso se lleva a las urnas, a una democracia que lamentablemente da resultados nefastos, el pueblo se enfrenta y se disipan como moléculas de polvo y por completo, las ganas de ayudar al otro, y ahí es cuando realmente sale el verdadero carácter humano, el de "cooperar hasta que a mí me haga falta". 
No somos más que seres ignorantes creyéndonos con total posesión de la verdad, pensando que tenemos valores por votar con más fuerza que nunca. Y no es cuestión de ideología, como no me canso de repetir, sino de dignidad. El pobre votando al rico, para que así siempre haya desfavorecidos y podamos ser voluntarios de nuestro propio ego, ayudando mientras endiosamos nuestro "yo interior", hablando de fuerza vulnerando al fuerte. Este es el camino que le vamos a dejar a nuestros hijos. 
Nadie tiene la culpa, y todos la tenemos. 

Una de mis fotografías favoritas: "El impacto de un libro". 




Canciones que hablan por sí solas: Pink Floyd - Another Brick In The Wall 


"All in all it's just another brick in the wall".

No hay comentarios:

Publicar un comentario