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viernes, 9 de marzo de 2018

NO QUIERO SER LIBRE, LO SOY (pero tú no me dejas).

Comenzaré desde el principio, desde que tengo uso de razón. Recuerdos de recreos, una pelota y prácticamente todo el patio invadido. Si querías cruzar para ir al baño, posiblemente te llevaras un balonazo. Tú no podías jugar, no sabías, eras sólo una niña que no tenía ni idea de darle patadas a un balón, tú tenías que dedicarte en el rinconcito que te prestaban, a peinar a tus Bratz o tus Barbies, a hacer pulseras de goma y a intercambiar pegatinas. La pelota era cosa de niños y alguna niña que se escapaba, de esas que decían: "juega como un tío". 

Yo entonces aún no lo veía.



Mi vida seguía avanzando, ya no era tan pequeña, y ya una se sonrojaba ante ciertas situaciones. Tenías un amigo, y los adultos te lo encasquetaban como novio. ¿Por qué? ¿Con 10 años una niña ya tiene marcado su destino? Cuántas veces he tenido que repetir que eran mis amigos mientras me avergonzaba teniendo que dar la explicación. Si en esos años en que se comienza a aclarar la sexualidad de una persona me hubiesen gustado las chicas, ¿qué clase de frustración y complejo hubiese tenido con tan corta edad? Un trauma que muchas habrán sufrido. 

Yo entonces aún no lo veía.



Los años continúan pasando y ya te plantas en la adolescencia, cuando te apetece comenzar a vestirte acorde a lo que crees que es tu personalidad; te gusta llevar minifalda, tops y gustar. Sí, ahí está el problema, a esa edad no nos vestimos por nosotras, ni tan siquiera nos agradamos al mirarnos al espejo, sólo nos vestimos así para ser elegidas, para que ese chico o aquel otro se fije en nosotras. Triste realidad que sigue sucediendo. No se nos inculcó que también nosotras podemos elegir.

Yo entonces aún no lo veía.



Dejas atrás la adolescencia y llegas a la mayoría de edad. Ahí te agrada más lo que ves en el espejo, tomas algo de consciencia del mundo que te rodea, te sientes más libre de hacer lo que quieras; experimentas, caes, te levantas y al final sólo resuena: "bájate la falda", "vas muy corta", "esta es una zorra", "la culpa siempre es tuya". Y entonces tu lado rebelde comienza a despertar, suavemente eso sí, pero comienza a despertar.


Yo ahí ya empezaba a ver que algo no funcionaba. 




Llegas a los veintipocos, un paso más hacia la madurez. Años de cambios personales, años de cambios mentales brutales. Te interesa lo que lees. Ya no estás tan salvajemente ciega, ahora estás asalvajada y te encanta. Miras alrededor y ves en generaciones por debajo de ti lo que has estado viviendo y lo que estás viviendo aún. Estás en formación y lo que antes te parecía un piropo, ahora te molesta. Ya no te agrada que te increpen por la calle para decirte aunque sea un "guapa", crees que eso no es normal, aunque no estás segura del todo. No comprendes por qué tienes que tener miedo de volver sola a casa, por qué tus padres sufren más por ti que por tu hermano, por qué tragas saliva cuando pasas por debajo de una obra o por qué siempre pone "se requiera chica" en las ofertas de limpieza. 

Yo ahí estaba a punto de resolver esos y tantos otros por qués.




Y los 25 llegan a tu vida. Has espabilado pero bien, porque has comprendido que es o eso o te comen con patatas. Ya no te callas, porque lo que antes era normal, luego pasó a no estar tan claro y ahora es un VETE A LA MIERDA directo y alto. Sí, albañil, mi mirada te lo ha dicho todo, no se te ocurra pasarte de la raya. Sí, tú, el del coche que me está gritando en el paso de cebra, a lo mejor te gusta mi dedo corazón. O este otro, el que se restriega en la discoteca sin consentimiento alguno, después del empujón puede venir una hostia, de esas que a algunos tanto os gusta darnos a nosotras. 
Que todo esto no lo digo por hacerme la valiente, ni la chula, ni la guay. Que no estoy dispuesta a tolerar ni una falta de respeto y esas personas obtendrán el mismo respeto que manifiesten hacia mi persona, con la diferencia que yo los trato así independientemente de su sexo y ellos a mí no. Porque el problema sigue siendo el cuerpo de la mujer, creen que es más débil y sólo sirve para cuando ellos quieren que sirva. Enseña una teta cuando te digan que la tienes que enseñar o tápate, porque aquí no. Azafatas sujetando paraguas en minifalda en eventos donde los hombres ganan trofeos; Cristina Pedroche desnuda bajo un suculento cheque y a su lado Alberto Chicote tapado hasta las cejas. Pero eso, los hipócritas lo defienden, lo ven bien, para poder babear delante de la tele y cascarse una buena paja a costa del machismo, del que ellos hacen apología. Ah, pero luego Instagram censura mis pezones, luego tengo que taparme para dar de mamar a un bebé y sí, te juzgan por tu manera de vestir si no eres la Pedroche o una azafata, si no estás en la tele para regocijarse en su semen. Que estamos hartas de que desde pequeña nos impongan el camino, que no ha sido fácil llegar hasta aquí y vamos a seguir luchando hasta que no nos queden fuerzas y quien quiera unirse bienvenido será, y  quien no, puede seguir echando piedras sobre este poder que cada vez es más grande y no tiene vuelta atrás.
Que no nos gusta que se nos despida por ser madres, que no nos gusta que le brecha salarial venga dada, en muchos casos, por las reducciones de jornada por traer vida al mundo, y esto también lo normalizan aquellos a los que tanto se les llena la boca hablando sobre la figura del padre y la madre. Pues si la criatura tiene un padre, ¿por qué no se la reduce el padre? Quizás también sea porque el trabajo del padre siempre está mejor remunerado y porque socialmente aceptado, tampoco está que un padre sea el que se quede en casa con el niño, porque joder, menudo calzonazos, eh. 
Y sí, la brecha salarial existe amigos, y existe porque los hombres siguen ocupando la mayoría de altos cargos y porque junto a la reducción de jornada, existen todas esas mujeres que limpian casas sin asegurar. Entre otros muchos casos que os animo a informaros. 
Sólo os diré la típica frase: "Está cobrando más ella que él". Sorprende eh, que en una pareja cobre más ella y además, la frase suele decirse con cierto rintintín, como dejando al hombre de fracasado, jamás a la mujer de vencedora.
Quien no haya oído esa frase nunca, miente.


Hoy tengo 26 años, soy una persona libre, de alma, de corazón, de cuerpo y de mente. Quiero mis derechos, quiero esas libertades. Quiera dejar de ir en alerta cuando vuelvo a mi casa de noche. Quiero que se deje de asesinar mujeres. Quiero que se deje de golpear. Quiero que se deje de hacer negocio con nuestro cuerpo. Quiero ser lo que soy, fuerte, y eso nunca, nadie jamás lo cambiará. Creo en el futuro. Si mis ojos no lo ven, que mis hijos (SI ME SALE DEL COÑO TENERLOS, VALGA LA REDUNDANCIA), sí lo vean. 







Cyndi Lauper - Girls Just Want To Have Fun



"Oh mother, dear, we're not the fortunate ones"

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