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sábado, 14 de julio de 2018

SIGUE BRILLANDO

Cae la noche y observo una estrella, desde la persectiva que mi balcón, lejos del jaleo que produce la ciudad, me permite. 
Pienso en la vida de esa luz que transmite; cuántos años, muy lejos de aquí, habrá quedado atrás y no dejo de sorprenderme cada vez que el sol duerme y vuelve ahí, a su sitio, al mismo sitio que la vulnerabilidad de mi humanidad me hace contemplarla. 
Son las 22.45, en mi reproductor suena Let it be y en mi conciencia, todo el firmamento. Cada día me siento más libre y esta sensacion, creedme, no la había tenido tan agudizada, ni tan cerca jamás. No sé de qué cadenas me estoy liberando esta vez, no sé si de verdad he puesto tierra por medio a lo que me impedía crecer o donde ya había crecido todo lo que podía, pero ahora mismo sólo quiero parecerme a esa estrella por su luz, conservarla en espacio y tiempo, pero no en su quietud; no te quedes donde sientas que has cerrado una etapa. No te quedes a esperar, sálvate sin miedo, que miedo ya tendrás tiempo de sentir. 

Maravillosa, la vida me parece maravillosa. El poder que ejerce mi camino recorrido me hace sentir serena. He cometido tantos errores como sorpresas me ha deparado el paso de los años y la paz, la paz sólo la quiero un rato. Prefiero el silencio de mi alma a la paz de mi  existencia. No es lo mismo. Yo nunca he sido paz, no sé serlo, no he aprendido, ni quiero. La guerra del fuero interno es lo que nos mueve. Somos revolución. Ya lo decían Los Beatles. Revolution. 

Reencontrarme con quienes quiero, con quienes me quieren, transmitirles mi entusiasmo y aprender del de ellos, abrazarles, sentirles, tocar ese calor humano o animal que tan frágiles y fuertes nos hace a la par, es la gasolina funcional. Somos estrellas nosotros también, pero nuestra luz sigue viva, tan viva como mis agitados dedos escriben esto. 

¿Han habido tiempos mejores en alguno de los fascículos que han quedado atrás? No lo creo. En cada uno de ellos hemos sido felices o hemos estado tristes o nos hemos sentido enfadados, defraudados o frustrados por lo que en aquel momento suponía algo distinto en nosotros. Pero seguimos y aprendemos de ello, y sobre todo lo afrontamos, con el coraje y la valentía que supone cerrar puertas despacito, cuando creías haber dado portazo previo. No. Los portazos no son la solución. A fin de cuentas es el propio camino, el nuestro, el de nuestras decisiones y pasos, el que nos evoca irremediablemente al continuo aprendizaje, a la atadura de cabos y a entender por qué aquello entonces y por qué esto ahora. Así de simple.

Sigue brillando. 





Esta cancion que me encanta, creo que aún no la había puesto en ninguna de mis entradas y si es así, disculpadme, es que me encanta. 

 https://youtu.be/o2i_ZgeM7Y4

"Tomé sólo el olor y lo mejor de cada instante".