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martes, 11 de septiembre de 2018

¡A MÍ NUNCA ME PASARÍA ESTO!

10 de agosto de 2018: Mamá tiene cáncer con metástasis hepática. Estás en tu media hora de merienda, el mundo se tambalea en una milésima de segundo y no sabes si es que el cielo se ha caído encima de ti o es tu suelo el que se ha desmoronado bajo tus pies. 
Llanto seco, ni una lágrima dentro de la inmensidad, ni una ola salada en tus lacrimales, de esas que por mucho menos, han brotado como setas en tus ojos. Una llamada a una buena amiga como sacudida de desesperación, un recuerdo de un bocadillo de mala digestión. Chorizo y queso. Ya no quiero ni probarlo. 
Vale, toca sobrevivir, no sabes cómo. Un Diazepam por primera vez en tu vida tomado sin consentimiento, pero tampoco sin negación. Un cuñado al volante y una hermana de copiloto viniendo a por ti unas horas después. Viniendo a la que, hasta ese momento, había sido tu tranquila "zona de no confort".
Había salido del confortable confort hacía unos meses, y aunque todo no era color de rosa, en realidad era feliz. Tenía mi trabajo, mi piso, un lugar nuevo, todo muy zen y unas vistas por las que valía la pena levantarse a las 6.00 h. Pero la vida cambió, como cambian las cosas que no son eternas. Y entonces, el contrarreloj comenzó a hacer su cuenta. Luchar, luchar, luchar, hasta quedarte sin fuerzas y cuando creas que no hay más, salen de algún lugar desconocido. Y todo cambia y te replanteas la vida, y dices ¿qué? En realidad la vida no es esto. La vida era lo otro, cuando todo lo tenía sin saber que lo perdía. Pero esto no. Querer ser más listo que el cáncer, creo que te hace parecer más tonto. Tan sólo ha pasado un mes del diagnóstico y mi madre no es la misma y jamás volverá a serlo, sobreviva en el intento o se quede en camino, no volverá a ser esa mujer risueña, que se marcaba la raya negra del ojo para salir con mi padre un sábado o a la que le daban las tantas de la noche cuando cenaba con su mejor amiga. 
Y sí, podéis decir desde fuera, ¿y por qué no? Quizás sí. Bueno, ojalá sí, diría yo, pero ni en mil vidas este golpe nos devolvería a ese pasado. Ni sobreviviendo a desnivel, recuperaríamos ninguno aquello. Pero esto me suena, yo por esto ya he pasado, ya sé lo que es que una enfermedad consuma a alguien que quieres, ya sé lo que es tener sin tener. Lo que el Alzheimer no me enseñó es a luchar por sobrevivir. Y el cáncer sí. Y a apreciar. Apreciar por encima de las posibilidades que creías que no existían. A valorar cada segundo siendo consciente. A retroalimentarte, a valorar la gran familia que tienes, a cuestionarte la existencia , a afrontar, a asumir y a aprender a ser más fuerte cada día. Y la verdad, en esta vida, uno vive, siente y padece y al final, quédate con lo mejor de lo peor, incluso. Quédate con tu aprendizaje diario y tu balance anual. Quédate con lo que las circunstancias, tu entorno y tú misma, te enseñas. Quédate con eso y sé lo más feliz que puedas, porque al final, la vida, es muy simple.

Y no, por primera vez, esta entrada no va a Facebook, porque mi madre, enferma si, pero rendida no, actualiza sus redes sociales y la verdad, no es esta entrada por la que suspiraría su "me gusta". Pero necesitaba escribirla, porque como tantas veces he dicho, es mi blog y no hay límites en él. 
Sed fuertes, vivir es complicado. 





Arms - Christina Perri

https://youtu.be/-oI_H3deDhM

"But you came around and you knocked me off the ground from the start".