https://twitter.com/carolcarol91

miércoles, 16 de enero de 2019

PALABRAS PARA MAMÁ

Querida mamá:

Sentada en tu sillón te recuerdo, en tus últimos días de sufrimiento, pidiendo a gritos dentro de tu silencio una tregua, una paz que te llegó sin sorpresas, tal y como esperábamos desde que aquel 10 agosto la vida nos cambiase. Y digo "tu sillón", porque lo compramos expresamente para ti cuando enfermaste, y me ha costado varios días poder sentarme en él, por temor a que en cualquier momento aparecieses diciendo: "Carol, se te acabó el chollo", como me decías con ironía cuando querías sentarte tú. Pero no, mamá, este no es tu sofá. Tu sofá era ese en el que te echabas a la siesta antes de que éste existiese, ese en el que nuestra perreta se te tiraba encima cuando aún no llevabas bolsa de drenaje y no había peligro de que te arrancara lo que te ataba a la vida. Tu sofá era ese en el que podías ponerte boca abajo, (tu postura favorita para dormir), sin temor a chafarte la sonda y donde yo, desde el sofá colindante, escuchaba tu respiración en ese tiempo en que jamás pensamos que un temprano final pudiese existir entre nosotras.
Tú, mamá, eras las que me decía que me abrigara más, que me tapara el cuello, que "esos riñones al aire, verás"; la que me hacía larguísimas trenzas en mi antiguo larguísimo pelo, la que me daba su siempre bendita opinión antes de salir de casa un viernes o sábado porque yo te la pedía, porque por muy guapa que me viese en el espejo, yo quería saber tu opinión, la más sincera y auténtica de todas, porque si tú me decías: qué guapa vas o no me gusta como te queda eso, yo sabía que era verdad.
Tú, mamá, la que preparaba las mejores tortillas de patatas, tu plato estrella junto a la fideuá y el arroz al horno, entre otros. Aún recuerdo aquel día que se te volcó la paella y lo pagaste conmigo, cómo no, porque no había día que no discutiésemos. Tu carácter y el mío, tan sumamemente idénticos, se chocaban hasta cuando no viviámos juntas.

Jolín, mami, que este verano no te voy a tener al lado en la playa, quién me va a decir cuando esté en el agua: "hoy de aquí no salimos".
La playa, que merece mención a parte. Nuestro lugar favorito. Cuánto te gustaba fotografiar el Mediterráneo con tu espíritu Sorolla y hacerme a mí sentir musa de tu don para captar instantes. Instantes que quedan en las olas de ese agua que ya nunca llevará tu nombre. Retratos de un pasado de sol de agosto que nos hizo sentir infinitas. "Retales de mi vida", como cantaba El Último de la Fila, tu grupo favorito, esos que sonaban a las 11 de la mañana cuando yo era pequeña y tenía vacaciones, mientras la casa olía a limpio y tú cantabas a gritos con las ventanas abiertas de par en par, contagiando al mundo tu alegría.

Por Dios, mamá, me pongo a escribir y no encuentro nada a mi alrededor o en mí misma que no tenga inspiración tuya. Todo hecho a tu medida, no sabes cuánto te has llevado, pero cuánto has dejado. Las mantas, los cuadros, el mantel, los armarios, lo de dentro de los armarios, el contenido de lo de dentro de los armarios, en fin, como matrioskas rusas, lo grande, lo pequeño y lo diminuto, todo dentro de todo y todo bien comprimido dentro de mi corazón.

Mami, que sonrío, que salgo a la calle, que me relaciono con gente, que me pellizco y siento que tengo ganas de vivir. Yo, que no me imaginaba la vida sin ti, sin tus WhatsApps, sin tus besos de buenas noches, sin tus: ¿dónde comemos hoy?.
Nuestras carcajadas inoportunas a horas inoportunas, nuestras ironías sobre cualquier circunstancia existencial, nuestras broncas que acababan en abrazos y lágrimas, nuestras rutas falleras y nuestras Fallas. Esto último es un golpe bajo. Ya no estarás para decirme que has visto la iluminación de Ruzafa antes que yo, ni podremos comentar qué monumentos nos han gustado más, ni nos haremos nuestra cerveza antes de la mascletá. Qué duro será no tenerte vistiéndome de valenciana, colocándome la mantilla, viéndote en la Ofrenda en primera fila aplaudiéndome y grabándome tan orgullosa, trayéndonos merienda y agua en el parón de Colón a mí y a todo mi séquito de amigas y amigos; porque tú tenías amor para todo el mundo, por eso tantos te lloraron, por eso tantos aún no asimilan que ya no estés. 

Tu armario y tu móvil en su quietud también eterna, nos bajan a todos los pies a la tierra, sabiendo que lo que nuestras manos sostienen y nuestro cuerpo porta en vida, no tiene valor alguno cuando uno ya se ha marchado.

Mamá, aquel 10 de agosto el mundo cayó sobre mí, aquel 10 de agosto todo se desintegró para integrarse de nuevo en los cimientos de mi vida; aquel 10 de agosto supe que tenía que aprender algo que nunca me había planteado: aprender a vivir sin ti. Porque los médicos no se equivocan.
Desde aquel 10 de agosto no volví a oírte cantar Venus, Manolo García o Romeo Santos -sí, sí, a mi madre le gustaba Romeo Santos-. Desde aquel viernes, 10 de agosto, no escuché una carcajada fuerte y sonora de tu boca. Desde aquel 10 de agosto tú sabías que te morías y aunque te mantuviste fuerte y firme, dando lecciones de vida de las que muchos deberían aprender, tú ya no eras la misma y tu entusiasmo por vivir se fue mermando al mismo paso que un maldito cáncer con metástasis en estadio IV, te devoraba por dentro.
Era irreversible y todos lo supimos. Pero en aquellos días interminables y llenos de pánico e incertidumbre de hospital -tres meses para ser exactos-, hubo una canción que escuchábamos con la esperanza de vivir otras Fallas juntas, aunque fuesen las últimas. Una canción que un día nos salvó de llantos, una canción que nos hacía vibrar, el Viva la Vida de Coldplay. Y ahora sé que es la canción que a ti te gustaría que escuchara para recordarte. Para recordar que hemos compartido más vida que muerte y eso es lo único que todos nos vamos a llevar. 
Ese 1 de enero de 2019 no ha hecho más que hacerme sentir que estás más cerca que nunca. Porque ahora estás dentro de mí, ahora yo soy tus ojos. Gracias por haberme dado lo que tanto me has enseñado a valorar: LA VIDA. 

Te quiero, mamá.



Pero la canción de hoy, como Viva la Vida ya está en otra entrada anterior, será esta. Una de tus canciones favoritas y con la que me explayo recordándote.


"Give me one moment in time".