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miércoles, 24 de febrero de 2016

FALLAS, ESAS ODIADAS.

Hoy quiero hablar de las Fallas, de mis queridas Fallas, de esa fiesta que sin saber muy bien por qué, aman los que la visitan y desprecian algunos valencianos. Esa fiesta que crea controversia, que adoras o detestas, pero que no deja indiferente a nadie. Hoy no pretendo con esto convencer a ningún cerebro ardiente, de esos a los que ya les duele la cabeza de pensar en los días que se aproximan, pero sí invito a una reflexión por si no saben lo que hay detrás de esta imponente tradición. 

No soy una experta en indumentaria, pero soy de las que distingo una seda estrecha, una seda ancha, un rayón, un damasco, un brocat o un espolín, sólo con echarle una rápida mirada. La mayoría de personas (incluso propios falleros), no saben lo que hay detrás de esos trajes. No saben lo trabajados que están, desconocen que un espolín está hecho a mano, con seda natural, en telares centenarios y que no se tejen más de 10 centímetros al día. ¡10 centímetros, señores y señoras! 

Hablemos de las peluquerías que trabajan de sol a sol para que luzcamos nuestros peinados, con la artillería de ganchos y la paciencia de quien nos lo hace. Sin poder fallar en nada que lo desmonte todo y tengas que volver a empezar, y en casos de melenas como la mía, se ganan el cielo, para poder mostrar al mundo uno de los peinados más espectaculares en cuanto a fiestas populares se refiere. 

Nuestras peinetas y aderezos, cinceladas a mano, orfebres que son auténticos artistas que dan rienda suelta a su talento e imaginación construyendo unas piezas únicas, que son una gran inversión, pues de eso ya no te deshaces jamás y además, en la mayoría de los casos, cuesta bastante menos que un brillante, sin dejar de ser una joya exclusiva y hecha con mucho amor. 

Los indumentaristas, los que dan forma a nuestras sedas, los que organizan sus patrones para ajustar a nuestro cuerpo las maravillosas telas valencianas; los que hacen realidad el sueño de toda fallera. Los creadores de ilusiones. 

Nuestra ciudad sonando a ritmo de pólvora día y noche, esa seña de identidad tan nuestra y que así es posible gracias a los pirotécnicos, aquellos que se juegan la vida bajo tradiciones familiares y siempre desde la discreción más absoluta. 

Y por supuesto, cómo iba a olvidarme de hablar de los artistas falleros. Todos los años me gusta pasear por las calles de Valencia, sobre el día 12 o 13 y pasarme horas mirando la plantà, embobada y sin perder detalle. Ya lo dije el año pasado y lo reitero una y mil veces: Bastarían 10 minutos de plantà a pie de calle, para declarar las Fallas Patrimonio de la Humanidad. Ahí, donde se juntan la ingeniería, el ingenio y el arte. Ahí donde cada pieza debe encajar al milímetro. Los verdaderos artífices de nuestra fiesta, los que durante un año entero preparan en sus talleres inigualables obras de arte, para pasarse días sin dormir y que el 16 de marzo, Valencia amanezca preciosa. 

Todo esto sólo es lo principal, lo que más destaca de las Fallas, y todo junto hacen una fiesta grandiosa y completa, donde aburrirse es imposible y donde admirar la cultura y la belleza es algo sencillo si das dos pasos por Valencia esos días. Nuestra fiesta se realiza gracias al esfuerzo de muchísimas personas y todas ellas trabajan gracias a las Fallas; miles y miles de familias viven de esto, por obligación o vocación, pero alimentan a sus hijos, pagan sus hipotecas o se van de viaje, porque nuestra fiesta existe y perdura. No olvidemos que también están los hosteleros, zapateros,  empresas de transporte, de montaje, de grúas, y un largo etcétera que abarca todo tipo de sectores. 

Aparte de eso también estamos los falleros, los que en lugar de cobrar, pagamos, los que la amamos, los que la conocemos desde dentro y desde fuera, los grandes odiados por ser los que damos vida a esos días, sin los que no existirían las Fallas; somos los que plantamos. 
Y yo, a nivel personal, las espero un año más como no espero nada en mi vida. Desde que tengo uso de razón, las he exprimido al máximo, cada minuto se me queda corto y siempre quiero más. El sueño y el cansancio no son un impedimento, es más, no existen esos días. Del 15 al 19 de marzo, me sumerjo en un submundo inexplicable, en un ambiente que me encanta y soy la persona más feliz del planeta. Mi casa se convierte en un caos organizado, y los muebles también se contagian del ritmo de vida, y empiezan a llenarse de ganchos, peinetas, cancanes, faldas, corpiños, banda, mantillas... Y comienza el ritual y el estrés: "Vísteme que llego tarde", "mamá la mantilla está de lado", "cuidado al meterme la falda, no me deshagas el moño" y esos gajes del oficio que toda fallera conoce. 
Pero bajas a la calle, con tu traje, y más orgullosa ya no puedes estar, la gente te para, te piropea, te fotografía y la adrenalina recorre tu cuerpo;aunque nada como desfilar por la calle de la Paz, escuchar los aplausos, enderezar la espalda, agarrar tu ramo de claveles y saber que ya estás cerca, que un año más llega el momento. Y estar frente a frente con la Virgen, girar esa esquina y verla, es lo más maravilloso que una fallera puede experimentar. Y las lágrimas de felicidad, de devoción y de amor corren tu maquillaje, porque a partir de ese momento, estar guapa ya no cuenta. 
Y para eso se teje tu tela, para eso se cose tu traje, para eso te peina el peluquero, para eso hicieron tus peinetas y aderezo. Para vivir momentos únicos.
Al final, los recuerdos son pasto de las llamas junto a las esculturas efímeras que custodian nuestra ciudad en marzo. Al final todo pasa, de tal forma, que el 20 no sabes si todo ha sido un sueño o realmente ha existido. Y esto es como todo, lo que se va, ya nunca vuelve o no vuelve nunca igual.
Y para eso se plantan las fallas, para aliviar esta podredumbre de mundo en el que vivimos durante unos días, para ser feliz y disfrutar dentro de las posibilidades de cada uno. Para contagiarse de alegría, de la alegría de tener unas fiestas tan extraordinarias, tan estupendas y que sin duda merecen ser declaradas PATRIMONIO INMATERIAL DE LA HUMANIDAD. 

Amo Valencia, pero amo mucho más Valencia en Fallas.





Aquí os dejo un vídeo que me encanta y que creo que resume de una manera breve y sencilla el transcurso de las Fallas. Si no he contado mal, comienza a plantarse el día 8 y así se ve avanzar los días, hasta el momento cumbre: la cremà. Este vídeo es de las Fallas 2001, más concretamente "Pinotxada Universal" de Na Jordana, un monumento que aunque yo apenas contaba con 9 años cuando fui a verla, quedó grabado a fuego, valga la redundancia, en mi cabeza. No tiene desperdicio

https://www.youtube.com/watch?v=wX2sx4lF8cs



Y por supuesto no puede faltar canción, y qué mejor a cuatro días de la Cridà 2016 y a seis de que comience nuestro gran mes, que el pasodoble El Fallero, compuesta por José Serrano y letra de Maximiliano Thous. 
Escucho el primer segundo y ya llevo la piel de gallina. Disfrutadlo y ¡FELICES FALLAS!

https://www.youtube.com/watch?v=tIKSERBk0e8








lunes, 15 de febrero de 2016

BRILLO POSITIVO.

Llevo varios días sin escribir, toda una prueba de fuego para mí, que normalmente necesito una dosis diaria de escritura. Lo cierto es que últimamente no estoy especialmente inspirada, será que todo está tranquilo y estable a mi alrededor, no hay nada que amenace ese confort que logré crearme yo misma, para mí sola y tampoco es que las noticias que vocea cada día la televisión lleguen al fondo de mi cerebro. Todos los días más de los mismo: violencia de género ante la pasividad total de la justicia, ladrones de guante blanco ante la pasividad total de la justicia y un gobierno sin formar ante la pasividad total de los partidos políticos. Y debe ser que la pasividad es contagiosa, pues así me muestro yo desde hace ya unas cuantas semanas. Todo me da igual, de la forma más estrictamente literal. No me da igual de una forma negativa, ni siquiera indiferente, todo me da igual de una manera muy positiva para mi salud mental. Cuántas veces he escuchado eso de que "las cosas te la deberían resbalar", sin jamás ponerlo en práctica. Yo, por favor, la reina del drama haciendo alarde de la tranquilidad ante los problemas cotidianos o a gran escala. Eso era impensable. Pues ya no lo es tanto, porque lo estoy logrando, aunque sé que sólo es un espejismo y pronto volveré a ser la que era. Hay ciertos días al mes que tengo trastornos de personalidad. Pero de momento puedo decir orgullosa que mi chaleco antibalas funciona de maravilla, así que disparad que hasta que se rompa o empiece a darme calor, lo voy a seguir usando. 
Podría aconsejar que tomarais esta posición ante los problemas, una posición que tantas veces me han recomendado, pero no creo que sea yo la persona adecuada para dar consejos sobre estas cosas, pues ni tan siquiera yo sé cómo he llegado a este grado de bienestar psíquico. O quizás sí lo sé. A veces, cuando te desprendes de las personas que crean negatividad a tu alrededor, un halo de confianza comienza a sembrarse en el interior de uno mismo. Hay personas que hacen mal. O mejor dicho, hay personas que son el mal y que sin darte cuenta, van menguando tu cabeza hasta casi hacerla estallar. Y ya saben, amigos, que la mía no es muy difícil detonarla. 
Recientemente me he sentido agobiada y acorralada, en un callejón sin salida, donde yo tenía que fabricar un pasaje oculto no para huir, sino para invitar a marcharse por ahí a quien deliberadamente busca hacerte daño. Y después se tapia. De ahí ya no sales. 
Y así, desarrollando el poder de deshacerte de las energías negativas que perjudican seriamente tu salud, la calidad de vida aumenta. No es que la vida de uno dependa de alguien con intenciones oscuras, pero sí puede ser un tropiezo incómodo en el camino.
Así que yo lo tengo claro, hay decisiones que ya no tienen vuelta de hoja y parece que el sol brilla mejor últimamente.




La canción de hoy es "Live And Let Die" del insuperable, único y maravilloso Paul McCartney, escrita para la octava película de James Bond del mismo nombre que la canción. Toda una obra maestra y que sin duda le va como anillo al dedo a mi post de hoy. 


"When you were young
and your heart was an open book
You used to say live and let live
you know you did
But if this ever changin
in which we live in
Makes you give in and cry
Say live and let die"