La revolución pronto ha llegado a las redes sociales: Twitter arde y mi Facebook ni os cuento. Yo, como no podía ser de otra manera, también he hecho mi aportación matutina en el muro de las lamentaciones, para no desentonar, vaya.
Y no, no me sorprende en absoluto, es más, me da completamente igual a estas alturas, que intenten desviar las atenciones de todos los países mediante un peluquín oxigenado, millonario y con un problema mental menos grave del que creemos y más común de lo que pensamos. Le han votado, señores, ese hombre está ahí porque le han votado en una democracia que nos tiene a todos algo apardalados, igual que aquí han votado a un presidente cuyo nombre ha salido en el juicio Gürtel y una ministra que recogía sobres de dinero en una habitación de hotel -supuestamente-.
Ah, no, pero hoy lo importante es señalar a Trump, poner todas nuestras energías en un personaje ¿xenófobo? Me vais a disculpar pero la xenofobia la oigo, la escucho y la siento cada día de mi vida. En la vida diaria, existe el racismo, no vayamos ahora de que aquí nadie nada, porque si el mundo está como está es porque TODOS hemos aportado nuestro granito de mierda.
Trump también es homófobo, vaya, en un mundo donde ver a dos hombres de la mano o dos mujeres besándose (siempre que no estén "buenas", ya me entendéis), es motivo de giros de cuello y comentarios por lo bajo. Vamos, hombre, que todos lo hemos visto, hecho, vivido u oído. ¿Me lo va a negar alguien ahora? Sería puro cinismo.
Donald (pero no Mcdonald) es machista. Es lo que pide la sociedad, nosotras seguimos viniendo del futuro para comprar lejía y dejar la casa brillante. No hay que mirar más allá del charco para ver que el machismo impera. Más de 40 muertas en lo que va de año antes de que llegara Trump sólo en nuestro país. Así, como dato.
La escoria está antes de Trump, y esto no es más que el reflejo, como un juego psicológico, como la película La Ola, como una prueba para comprobar que tras un negro viene un blanco de pura raza aria y que siempre va a gustar más. Hay más maldad en el mundo que buenas acciones, pues la maldad (niños muertos en guerras o de hambre, perros mutilados, maltratos de cualquier tipo...) se ve como algo normal, que ya no afecta nuestra sensibilidad, sin embargo cuando alguien rescata una vida del tipo que sea y por buena voluntad, se le llama "héroe" o "ángel" y se cuenta como algo excepcional. Y aquí tenemos la prueba, sí, aquí y no con Trump, sino en nuestro propio país, nuestra tierra firme, esa que pisamos todos los días, donde cogemos autobuses, metros, coches, donde subimos persianas, donde compramos fruta, verdura, periódicos, pan. Esta misma tierra, está degollada, desangrándose, mientras nos echamos las manos a la cabeza y decimos: OH DIOS MÍO, QUÉ LOCOS ESTÁN LOS AMERICANOS, (estadounidenses para concretar, que hay a quien se le olvida esa pequeña puntualización). Siempre es mejor mirar más allá, echar la culpa a otros de que el agua turbia nos llegue al cuello. Hoy ya tenemos un entretenimiento, si el mundo acaba por hundirse del todo, ya sabemos dónde estará el problema, ya tenemos dónde apuntar.
Pero en el fondo, sabemos, pequeños mamones, que todos somos un poquito Donald Trump. Sí, ya sé que tú que estás leyendo esto no, ni yo, ni el vecino de arriba, ni el de abajo, ni el de enfrente. Nadie. El mundo está así por Trump, siempre Trump.
Hoy viene Coldplay para recordarnos que ¡VIVA LA VIDA! ;)
https://www.youtube.com/watch?v=4VR2T5n6tSE
"I used to rule the world seas would rise when I gave the word".
Grciassss David!
ResponderEliminarHola.
ResponderEliminarMás claro no lo podías decir. Como historiadora, pero también como persona, en su momento no pude evitar expresar mi rechazo ante tal acontecimiento. Es más, desde que se supo que Trump iba a ser el presidente de los Estados Unidos, el grupo de Whatsap de compañeros del máster ardió y sigue aún ardiendo. Lo cierto es que si te pones desde esa postura de trabajo es obvio que piensas las consecuencias que esto puede tener, ya no sólo en el terreno estadounidense, también en las relaciones internacionales, las cuales se pueden ver muy afectadas, llegando a peligrar acuerdos como el de la lucha por el cambio climático por ejemplo. Pero si, si que es cierto que están dándole mucho bombo a esto de Trump, sobretodo desde las cadenas de televisión, e inconscientemente el mundo parece no preocuparse por lo que tienen más cerca, como si de repente todas las miradas se dirigiesen hacia fuera de nuestras fronteras. En España sin ir más lejos, andamos más pendientes de lo que pasa en EEUU que se nos ha olvidado que vamos a tener cuatro años más de Rajoy, que el caso Gürtel y el de las Black siguen juzgándose, que Doña Finiquito va a ser ministra de Defensa, que el sustituto de Jorge Fernández Díaz sigue la senda ideológica de su antecesor, que la ministra de sanidad ha metido en su gabinete a una militante antiabortista etc....Sólo la triste noticia del fallecimiento de una anciana provocado por la pobreza energética parece que nos haya hecho regresar de la vorágine Trump. En fin, ahí se demuestra el poder de los medios de comunicación y su capacidad de influir en una sociedad cada vez más influenciable.
Un saludo y gracias por este post.
Por si te resulta de interés, la semana que viene en mi blog publicaré la reseña de una novela que mucho tiene que ver con lo que está sucediendo ahora. Partiendo de Trump, pero indagando en otros aspectos fundamentales.
Hola, muchas gracias por tu comentario, tienes toda la razón. Da miedo esta nueva etapa de la primera potencia mundial, aunque cabe decir que la rival tampoco inspiraba demasiada confianza. Lo que verdaderamente da miedo es la sociedad en la que vivimos y mucha de la gente con la que nos cruzamos cada día de nuestras vidas sin deparar en ellas.
EliminarLeeré encantada tu nueva reseña. Un saludo :)