https://twitter.com/carolcarol91

jueves, 11 de julio de 2019

LAS COSAS QUE NUNCA ME CONTARON

Nunca me gusta comenzar un texto con el verbo "dicen", porque nunca nada es como dicen. Te cuentan, y te pueden contar mil veces, que es fácil mirar la luna en noches despejadas, pero jamás te podrán decir que no es tan fácil verla cuando está nublado. Sí, nublado. Con densas nubes que opacan la voluntad de los ojos. Eso nunca se cuenta. Eso nunca se dice; nunca lo "dicen". Eso simplemente se ve. Y no vine a este mundo, aferrada a un útero cuando nadie daba un duro por mí, para que me cuenten cuentos. Porque sí, yo nunca lo he dicho en este blog, pero soy la pequeña de tres hermanos, aunque podría ser de cinco. Porque dos abortos infortuitos y casi en el límite de lo que separa cigoto de bebé, precedieron mi inesperado alumbramiento.
Querida mamá, que no apostabas nada por mí... yo te nací, yo te viví y yo te sufrí. Y no, no me aferré a la vida con mis aún no formados dedos, para no pisar mi propio suelo.
No me envolví en una placentera placenta, para no escribir incroguencias como las que hoy me apetece escribir. No me repito cada día: "Carol, vive, Carol", para terminar pisoteándome. Que lo he hecho, que sí, que lo he hecho en tiempos pasados, que me he pisoteado, pero ya no, nunca más. Me estoy formando y la vida me dio la bofetada justa, en el momento justo, para seguir formándome. El bienestar estático sólo aporta una falsa sensación de sentir que lo sabes todo, pero en realidad siempre nos estamos formando. La gente vieja, no ha sido siempre vieja. Son los años los que te hacen cada vez más lista, pero también, cada vez más tonta cuando miras atrás.
Yo aún no creo todo lo que he vivido en este, casi un año, pero tiemblo cuando recuerdo la última vez que fui feliz sin echar de menos y creo que ahí lo tenía todo, sin embargo, ahora sé que tengo mucho más. Al menos lo estoy ganando. Gano de mí, me absorbo, me bebo y me como; me evalúo y me sorprendo, no me siento incapaz de nada, pienso que la última vez que fui feliz sin echar de menos, sabía menos. Y un lugar, nunca ocupa el saber.
Me envolví dentro de un óvulo sorprendido, con carácter desde que mi flagelo quedó fuera de la órbita que me formaría como ser humana, y aquí me quedé para siempre. Rebelde, contestona, sincera y persona. Es lo único que conservo, de todo lo que he sido, pude ser o llegaré a ser. Pero soy ahora, y sin más revuelo que mis pies caminando, a ratos aún desorientados, a otros ratos, firmes y pesados, vivo acomadada, que no atormentada, en los aposentos que me formé sin pretenderlo y que guardo a buen recaudo, aun cuando "dicen" que...

Nadie vino a este mundo, a pasar el rato. 



.FOTO: Course Hero.



Bueno, como Blogger ya no enlza canciones de Youtube y no quiero que me caiga una denuncia inapropiada, seguiré compartiendo mi música, pero me limitaré (odio las limitaciones) a compartir el nombre de la canción y la o el artista, con su correspondiente frase a destacar, como he hecho hasta ahora. Pierde encanto, pero --a veces- el arte y -siempre- la política, se pagan y caro. 

Esta canción, es una de mis preferidas  conmi nombre. Recuerdo escucharla en mi casa cuando era pequeña, y descubrirla por mis medios cuando crecí. Quizás en mi subconsciente, más allá de que lleve mi nombre, tiene algo que me atrapa. Como buena antigua que soy, Nino Bravo suena en mi reproductor. 

CANCIÓN: CAROLINA.
ARTISTA: NINO BRAVO.

"Olvida lo pasado para volver a empezar".

martes, 7 de mayo de 2019

ABRAZOS EN GUERRA

Últimamente no estoy especialmente inspirada, pues los golpes de la vida la dejan a una, en ocasiones, escuchando sólo un pitido que retumba entre los oídos cuando busca palabras para definir las emociones. Son tantas y tan desbordantes las que siento, que casi me he quedado muda en la escritura. 
Me da mucha rabia, de verdad, siento dentro de mí una gran frustración al no encontrar la Carol de siempre, al no ser entendida, al canalizar a veces las emociones en mal humor, pagándolo de malas formas con las personas que realmente quiero y con las que siempre han estado ahí. Me siento incomprendida, pero es que ni yo me comprendo, y necesito paciencia, calma, silencio y abrazos. 

Mi madre me abrazaba todos los días, y cuando digo todos los días, es tooooooodos los días. Excepto cuando estábamos lejos, obviamente, pero nos los mandábamos virtualmente. Aunque acabásemos de discutir, con la cabezonería que nos distinguía cuando estábamos juntas, todo se terminaba solucionando con un caluroso abrazo. Y ese abrazo podía llegar a cualqueir hora del día, a veces incluso se multiplicaba en distintas franjas horarias. Sin duda, es algo que me hace falta. Me gustaría que, ante mi mal humor o mis lágrimas, alguien me mirase a los ojos y me diese un abrazo, espontáneo, sincero y natural. Un abrazo de esos que reconfortan el alma, en los que sobran las palabras. Sé que a veces estoy insoportable, creo que es obvio que estoy adaptándome a mi nueva vida; en general el mundo corre deprisa, y no me siento muchos días, partícipe de él. No puedo ocultar mis estado de ánimo, yo no puedo fingir ser algo o alguien que no soy. Cuando estoy contenta se me nota y cuando no, también. Pero es que últimamente echo tanto de menos esos abrazos.
Esos abrazos que me hacían sentir segura, que me hacían sentir tranquila, que me hacían sentir protegida... esos abrazos que me mantenían atrincherada ante las guerras venideras. Pero ahora batallo frente a mi propia guerra, y bien sabe la comandante, que soy yo misma, las ganas de vivir, divertirme, respirar y realizarme que tengo, pero como dije en mi entrada anterior, es cuestión de tiempo. Escribir es la mejor forma que tengo de explicar esta montaña rusa, no tengo necesidad de ocultar nada, siempre he sido, soy y seré, transparente como el agua de ese río que te lleva encauzada sin volver la vista atrás. Y eso no puede cambiarlo nada. Podré tener días o meses mejores o peores en mi extistencia, pero siempre adaptaré mi forma de ser a lo que el camino me ponga delante. No por correr más llegas antes y nadie, ni yo misma, tenemos la culpa de nada. 

Un abrazo lo cura todo, un abrazo fuerte, muy fuerte, lo cura todo. Un abrazo calla, un abrazo habla. Un abrazo en el momento justo, también salva. Y no tengo duda, me conozco, y sé que lo necesito. Sé que el de mi madre no puede volver, ese vive en mi recuerdo eternamente, pero sin ninguna duda, voy a volver a abrazar a las personas que me cuidan, fuertemente, voy a abrazarlas a partir de ahora, para hacerles sentir, que de verdad, no quiero que se escapen jamás de mí. 

Y lo demás, paciencia, las personas somos como un pantano: tiene que llover muy fuerte para volver a llenarse. 

Perdón por no ser perfecta.





Creep - Radiohead.
Y hoy, el fragmento de canción lo pongo en español, porque la letra de esta canción, me encanta.


"Cuando estuviste aquí antes
No te podía mirar a los ojos
Eres como un ángel
Tú flotas como una pluma
En un mundo hermoso
Y yo desearía ser especial
Tú eres tan malditamente especial".

viernes, 3 de mayo de 2019

LOS DÍAS TRISTES NO SE PUBLICITAN

Hoy es 3 de mayo de 2019 en la vida de cualquier persona que esté leyendo esto. Para mí, son cuatro meses y 2 días de ausencia. Hoy quisiera escribir sobre los días duros de un duelo. Hoy quiero vomitar hasta el último resquicio de algo difícil de hablar, por la dureza que acarrea o porque, simplemente, el mundo te empuja a seguir con una fuerza desmesurada a la que a veces hay que decirle: basta, hoy no, hoy necesito mi tiempo.

Sé que no es poca la gente de mi entorno o conocidos, que están pasando, o van a pasar por esto; no son los primeros días los que te inducen al dolor, en absoluto, es el tiempo, el paso de las semanas y sobre todo, de los meses, el que te introduce con crudeza en la realidad, tras una muerte. Creo que es bien distinto a cualquier otra separación (amorosa, amistosa...), que al cabo de los días, por naturalidad innata, se supera. Aquí es al revés, es precisamente cuando el resto del mundo cree que todo se calma, cuando más dolor se acumula. 
Me considero una persona fuerte, valiente y de fácil conversación, (quizás no queda muy humilde decirlo de mí misma, pero quién se conoce mejor que uno mismo), pero también soy sensible hasta el extremo y me afectan especialmente las emociones. Los cambios de estación, los mensuales cambios hormonales, una palabra más fea que otra, se clavan en mí como una daga, pero ahora, más que nunca. Mi sensibilidad está a flor de piel, y es que sé en cada una de mis horas que me falta algo, mejor dicho, que me falta alguien, y no llega, y no vuelve, y cada recuerdo, en el momento menos esperado, se vuelve una montaña difícil de escalar.
Te lo avisan, en los instantes de shock, te lo avisan: te esperan días duros. Pero no imaginas hasta qué punto, es impensable saberlo hasta que no lo sientes en tu propia piel. Pero tampoco hay que esconderlo, el mecanismo de defensa de tu cuerpo se activa en muchas ocasiones y es cierto que no todo el mundo está dispuesto a escucharte; a nadie le gusta arrastrar la pena de otros, ni a mí misma me gusta que arrastren la mía, íntima, intrasferible y únicamente mía. Mi suerte es escupir escribiendo. Nunca podría explicar de mejor manera un día triste que con esta página en blanco delante. Y es que esta página no te mira con cara de lástima, no se compadece de ti, no hace como que te escucha sin hacerlo, no te suelta enlatadas palabras de ánimo que nada ayudan, y sin embargo empatiza de la mejor manera posible contigo. Te deja vía libre para decir lo que sientes, lo que te pasa por la cabeza, relajadamente, sin prisa y con la seguridad de que cuando alguien la lea, se sentirá profundamente identificado con ella. 
Los días tristes del duelo, son eso, días tristes sin más. Momentos de los que poco se habla, porque la tristeza no entra en esta sociedad. Todos debemos estar siempre felices, sonrientes, ser tazas de Mr Wonderful que obligan a comerte el día. Pues seamos sinceros, hay días que le comen a una. Y la fortaleza de una persona también radica en asumir que no todas las rachas de la vida son buenas, que no siempre a uno le sale todo bien, que no todas las stories de Instagram tienes que ser enseñando los putos dientes, que no podemos vender al mundo un capítulo de Black Mirror ("Nosedive", para el que no lo haya visto). 
Tomemos nuestro tiempo, para sentir, para llorar, para abrir y cerrar heridas, para sentarse a hacer balance, a asumir lo que ha ocurrido, a digerir los cambios de la existencia, los físicos, los psicológicos, los del entorno, los del alma. Tumbémonos mirando el infinito para pellizcarnos al sentir que seguimos vivos, que en la vida pasan cosas malas y que necesitas muchas hojas de calendario para masticar y tragar algunas. Que todos los golpes no son iguales, que algunos duelen mucho más que otros, que hay zonas e instantes más sensibles, cosas más importantes, prioridades más urgentes y que el duelo, duele. Creo que todo toma tiempo. Tiempo, sin más. Y mientras se tenga tiempo todavía, no hay nada que temer. Déjate querer por ti misma, déjate mimar y al final la vida, te dará otra perspectiva. Más clara, más completa, más realista, más capaz. 

Hay días duros, pero no son duros todos los días. 




- "Introspección onírica", Teresa Estévez.


Siempre me gustó esta canción, me gustan las canciones que hablan de "aprender algo en la vida".

https://www.youtube.com/watch?v=6rV1K0qw3Mk

"Bella y oscura como un animal".

martes, 23 de abril de 2019

NOTRE ESPAÑA

Arde Notre Dame sobre nuestras cabezas, mientras la conciencia sigue intacta en este rincón del mundo. Afortunados de nacer en Occidente de bien, donde llamados a ser Primer Mundo, nos desquiciamos ante las llamas de una catedral. Qué pena, la verdad, no vamos a engañarnos, el abusivo fuego que descubrió el ser humano, acaba con nuestra propia historia. Sería ideal dejar ese trocito de siglos pasados, en un presente que podríamos convertir en futuro, cuando los libros hablen de esa parte destruida por las llamas. Pero no, para este, bien llamado, Primer Mundo, repito, Primer Mundo, es más satisfactorio blanquear el dinero del Mundo VIP, para la reconstrucción de un edificio. Un poco parecido a cuando nuestro venerado Amancio Ortega, nos dio dinero para prevenir el cáncer. Qué honrados son estos ricos.
Ahora Notre Dame ya no será de todos, sino de unos cuantos afortunados que mirando hacia otro lado cuando el dinero realmente es necesario, se darán golpes de pecho pensando: con mis sucios millones conseguí que en 2019, volviésemos al 1300. Lo que no consiga el animal de dos patas con raciocinio, no lo consigue nada.

Necesitaba escribir, llevaba un tiempo abandonando a mi suerte el darle rienda suelta a las letras, pero el debate de anoche y las cercanísimas elecciones, me han despertado el instinto literario. Quizás también es porque hoy sea Sant Jordi, y qué mejor en un mundo narcicista, que leerme a mí misma cuando haya acabado esta entrada.

Porque sí, porque España va fatal.
Porque estamos divididos, separados
Cataluña
Batasunos
Éstos separatistas...
Unidad de ESPAÑA
Golpe de pecho
El máster de Casado, no es importante
Ese silencio de Rivera, sí
Vox
Vox
Vox
Golpe de pecho
Las mujeres no están discriminadas
Armas en casa
Seguridad ante todo
Vox
Golpe de pecho
Feminazis
Sánchez Okupa
Pos io boto box
Vox
Vox
Pactos con terroristas
Cunetas que no hay que acunar
La historia debe quedarse donde está
BIBA FRANCO
Golpe de pecho
Banderas reinvindicando no sé el qué
Tú eres español, jódete
Porras que no hacen daño
Manadas sueltas
Vox
Vox
Vox
Golpe de pecho
Burbuja inmobiliaria
Estamos creciendo otra vez
La crisis ya no existe
400 euros al mes
Golpe de pecho
ARRIBA ESPAÑA, y si no, muérete


Entra en ese bucle negando la diversidad de opinión, negando la crisis, negando el machismo, negando al diferente, negando las largas lista de espera de la Sanidad, en la que tienes que estar muriéndote para que te hagan caso y desde la experiencia digo, que ahí ya es tarde; entra en ese bucle negando la xenofobia, el racismo, la homofobia, el miedo a lo distinto, a lo desconocido. Sigue negando la corrupción, ¡pero si no es para tanto! Todos roban, ¿verdad?
Sigue sacando tu bandera para someter a quien no se siente español, por la razón que sea, que a ti no te incumbe. No se te ocurra sacarla ante la subida del petróleo, como en Francia. Pero luego, no preguntes por qué a mí no me representa la bandera. Pero si lo preguntas, te responderé que tú te has apoderado de ella, te has apoderado de los símbolos que pertenecen a todos y cada uno de los españoles. Sigue dividiendo al pueblo, mientras obnubilado, observa cómo arde Notre Dame, en una lucha de clases, una gran batalla donde tú no tienes ni espada, ni escudo para enfrentarla. Eres un gladiador más, con pronóstico desfavorable ante los leones que salivan impacientes ante ti. La bandera no sirve si la usas como chaleco antibalas. La bandera sirve si la arrojas como arma. 





.Foto: Revista Bohemia


Canción intensa, antes de la existencia de Juan Magan en la carrera de Mala Rodríguez.

https://www.youtube.com/watch?v=xdgyMxNcy-o

"Yo podría tener la isla y comer uvas con queso, tomar el sol desnuda y pensar na más que en mí, pero no hay paz que valga, si la punta de la lanza, mata a mis hermanos y me da vida a mí".





miércoles, 20 de febrero de 2019

PASARÉ SOBRE TI Y ME IRÉ.

Cabeza inquieta que grita la toma de decisiones. Decisiones firmes que le hacen seguir adelante. Cae, pero no decae. Bajar la guardia es algo que no forma parte de su jerga lingüística, ni su forma de vivir; que aunque parezca que hay muchas, sólo hay una manera de llevar la vida y cada uno lleva la suya. 

Hace ya tiempo que se rompieron los esquemas milímetricamente calculados de su existencia, pero parece que eso no es un impedimento para seguir, como buenamente puede. Ya ha estado preocupada mucho tiempo como para no merecer ahora lo máximo y lo mejor. Y a por ello va, sin pensar. 

Lágrimas calcáreas recorrieron sus mejillas tiempo atrás, cuando en silencio pensaba que no merecía la vida que le había tocado. Ahora, sin embargo, fuerte, sólida e impredecible como un volcán, ayuna de falsos gestos y palabras desapropiadas, mientras se exige disfrutar, pues todo el mundo lleva una roca a cuestas, y nadie sabe cuál es la más pesada de todas. 

Su poderoso interior, inmenso como universo, sólo proporciona información al 30% sin intereses y en plazo fijo. El resto, es una oleada de desprópositos que sobrepasarían la capacidad de cualquier ser humano de intentar comprender. 

Los días la aventajaron a darse cuenta que mañana no existe y harta de esperar, comprendió que sólo ahora es real. Lo que quiere, ahora, lo que no quiere, ahora, lo que querrá, ahora, lo que quiso, ayer.
Porque ya no es la misma persona y el ayer sí existe, pero en una línea atemporal. Queda guardado a buen recaudo en cada uno de los gestos.

Ella entendió una cosa muy importante cuando perdió el miedo a todo: su vida era suya, total, absoluta, e intransferiblemente suya, y sumergida en su vida es como quiere a los demás, y cuando sale a flote a respirar, es cuando se da cuenta, que es así como quiere que la quieran. Ni una coma de menos, ni un punto de más. 





Hoy pongo una de mis canciones favoritas, me encanta escucharla y sentir el buen rollo que transmite la melodía, así como el divertido mensaje de su letra. 

J'en Ai Marre - Alizée


"J'en ai marre de ceux qui pleurent".

miércoles, 16 de enero de 2019

PALABRAS PARA MAMÁ

Querida mamá:

Sentada en tu sillón te recuerdo, en tus últimos días de sufrimiento, pidiendo a gritos dentro de tu silencio una tregua, una paz que te llegó sin sorpresas, tal y como esperábamos desde que aquel 10 agosto la vida nos cambiase. Y digo "tu sillón", porque lo compramos expresamente para ti cuando enfermaste, y me ha costado varios días poder sentarme en él, por temor a que en cualquier momento aparecieses diciendo: "Carol, se te acabó el chollo", como me decías con ironía cuando querías sentarte tú. Pero no, mamá, este no es tu sofá. Tu sofá era ese en el que te echabas a la siesta antes de que éste existiese, ese en el que nuestra perreta se te tiraba encima cuando aún no llevabas bolsa de drenaje y no había peligro de que te arrancara lo que te ataba a la vida. Tu sofá era ese en el que podías ponerte boca abajo, (tu postura favorita para dormir), sin temor a chafarte la sonda y donde yo, desde el sofá colindante, escuchaba tu respiración en ese tiempo en que jamás pensamos que un temprano final pudiese existir entre nosotras.
Tú, mamá, eras las que me decía que me abrigara más, que me tapara el cuello, que "esos riñones al aire, verás"; la que me hacía larguísimas trenzas en mi antiguo larguísimo pelo, la que me daba su siempre bendita opinión antes de salir de casa un viernes o sábado porque yo te la pedía, porque por muy guapa que me viese en el espejo, yo quería saber tu opinión, la más sincera y auténtica de todas, porque si tú me decías: qué guapa vas o no me gusta como te queda eso, yo sabía que era verdad.
Tú, mamá, la que preparaba las mejores tortillas de patatas, tu plato estrella junto a la fideuá y el arroz al horno, entre otros. Aún recuerdo aquel día que se te volcó la paella y lo pagaste conmigo, cómo no, porque no había día que no discutiésemos. Tu carácter y el mío, tan sumamemente idénticos, se chocaban hasta cuando no viviámos juntas.

Jolín, mami, que este verano no te voy a tener al lado en la playa, quién me va a decir cuando esté en el agua: "hoy de aquí no salimos".
La playa, que merece mención a parte. Nuestro lugar favorito. Cuánto te gustaba fotografiar el Mediterráneo con tu espíritu Sorolla y hacerme a mí sentir musa de tu don para captar instantes. Instantes que quedan en las olas de ese agua que ya nunca llevará tu nombre. Retratos de un pasado de sol de agosto que nos hizo sentir infinitas. "Retales de mi vida", como cantaba El Último de la Fila, tu grupo favorito, esos que sonaban a las 11 de la mañana cuando yo era pequeña y tenía vacaciones, mientras la casa olía a limpio y tú cantabas a gritos con las ventanas abiertas de par en par, contagiando al mundo tu alegría.

Por Dios, mamá, me pongo a escribir y no encuentro nada a mi alrededor o en mí misma que no tenga inspiración tuya. Todo hecho a tu medida, no sabes cuánto te has llevado, pero cuánto has dejado. Las mantas, los cuadros, el mantel, los armarios, lo de dentro de los armarios, el contenido de lo de dentro de los armarios, en fin, como matrioskas rusas, lo grande, lo pequeño y lo diminuto, todo dentro de todo y todo bien comprimido dentro de mi corazón.

Mami, que sonrío, que salgo a la calle, que me relaciono con gente, que me pellizco y siento que tengo ganas de vivir. Yo, que no me imaginaba la vida sin ti, sin tus WhatsApps, sin tus besos de buenas noches, sin tus: ¿dónde comemos hoy?.
Nuestras carcajadas inoportunas a horas inoportunas, nuestras ironías sobre cualquier circunstancia existencial, nuestras broncas que acababan en abrazos y lágrimas, nuestras rutas falleras y nuestras Fallas. Esto último es un golpe bajo. Ya no estarás para decirme que has visto la iluminación de Ruzafa antes que yo, ni podremos comentar qué monumentos nos han gustado más, ni nos haremos nuestra cerveza antes de la mascletá. Qué duro será no tenerte vistiéndome de valenciana, colocándome la mantilla, viéndote en la Ofrenda en primera fila aplaudiéndome y grabándome tan orgullosa, trayéndonos merienda y agua en el parón de Colón a mí y a todo mi séquito de amigas y amigos; porque tú tenías amor para todo el mundo, por eso tantos te lloraron, por eso tantos aún no asimilan que ya no estés. 

Tu armario y tu móvil en su quietud también eterna, nos bajan a todos los pies a la tierra, sabiendo que lo que nuestras manos sostienen y nuestro cuerpo porta en vida, no tiene valor alguno cuando uno ya se ha marchado.

Mamá, aquel 10 de agosto el mundo cayó sobre mí, aquel 10 de agosto todo se desintegró para integrarse de nuevo en los cimientos de mi vida; aquel 10 de agosto supe que tenía que aprender algo que nunca me había planteado: aprender a vivir sin ti. Porque los médicos no se equivocan.
Desde aquel 10 de agosto no volví a oírte cantar Venus, Manolo García o Romeo Santos -sí, sí, a mi madre le gustaba Romeo Santos-. Desde aquel viernes, 10 de agosto, no escuché una carcajada fuerte y sonora de tu boca. Desde aquel 10 de agosto tú sabías que te morías y aunque te mantuviste fuerte y firme, dando lecciones de vida de las que muchos deberían aprender, tú ya no eras la misma y tu entusiasmo por vivir se fue mermando al mismo paso que un maldito cáncer con metástasis en estadio IV, te devoraba por dentro.
Era irreversible y todos lo supimos. Pero en aquellos días interminables y llenos de pánico e incertidumbre de hospital -tres meses para ser exactos-, hubo una canción que escuchábamos con la esperanza de vivir otras Fallas juntas, aunque fuesen las últimas. Una canción que un día nos salvó de llantos, una canción que nos hacía vibrar, el Viva la Vida de Coldplay. Y ahora sé que es la canción que a ti te gustaría que escuchara para recordarte. Para recordar que hemos compartido más vida que muerte y eso es lo único que todos nos vamos a llevar. 
Ese 1 de enero de 2019 no ha hecho más que hacerme sentir que estás más cerca que nunca. Porque ahora estás dentro de mí, ahora yo soy tus ojos. Gracias por haberme dado lo que tanto me has enseñado a valorar: LA VIDA. 

Te quiero, mamá.



Pero la canción de hoy, como Viva la Vida ya está en otra entrada anterior, será esta. Una de tus canciones favoritas y con la que me explayo recordándote.


"Give me one moment in time".