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sábado, 21 de noviembre de 2015

SINSENTIDO

Caminamos sobre el suelo que pisamos con miedo. Tenemos miedo a sufrir o a morir o a las dos cosas, cuando realmente ambas son completamente inevitables, como inevitable es ver el recorrido pasar dejando trenes en estaciones que desaparecen con cada paso.
Todo dura lo que dura el cuerpo y  no creo que después haya mucho más que no sea como dormir sin despertar de madrugada aferrado a las pesadillas que consigo llevan nuestros temores más profundos. 



Hay que saltar. Saltar es una buena forma de que al suelo caigan todas esas cosas que nos impiden saber que sólo el momento que impregnado en este segundo en nuestra piel está, es el verdadero, el único y el creíble. ¿Qué importa lo que se deja atrás, acaso va a salvarte ahora de alguna quema? Y lo que viene, ¿alguien ofrece garantías de que vaya a ocurrir? Siempre comedidos, no vaya ser nos arruinemos el alma. ¿Para qué quieres ahorrar en tus entrañas? No te hace más rico. ¿Alguna vez has pensado cuántas cosas te han quedado por hacer o decir si mañana te mueres? Cosas banales, cotidianas, no hablo de tu sueño por viajar por todo el mundo, sino cosas mucho más sencillas, como descuidar a quien quieres y no hacer nada por salvarlo.
Viajamos en el tiempo cada vez que despertamos, un tiempo que se construye cada mañana y no se para aunque duermas; y este trayecto lo pasamos llenos de ansiedades, con uñas mordidas, pulmones asfaltados y piernas que no paran cuando deberían reposar sobra una silla. Así nos limitamos a pasar, cuando somos un universo lleno de sentimientos, somos bombas de relojería que no dejamos estallar; somos aire, como dice esa famosa canción de Mecano. Somos energía, bendita energía. Pero fallamos, creyendo que fallar es otra cosa, cuando lo único creíble es que no llegamos a sentirnos todo lo poderosos que somos, pues nuestros escudos nos protegen de otros escudos, cuando en realidad es fácil distinguir, pero complicamos la senda con piedras que ni tan siquiera son comparables a los pedruscos que esa misma senda te pone sin poder decidir, y sin embargo los pequeños sedimentos que nosotros fabricamos, nos hacen más incapaces que cualquier otra roca. 



Observo el mundo y lo veo así. Yo he sido así, soy así a veces. Pero lucho con todas mis fuerzas por evitar desperdiciar lo más valiosos que tengo y por eso salto. Salto todo lo alto que puedo, no para hacerme daño en la caída, sino para que caigan esas piedras que yo misma me he puesto alguna vez, limitándome horizontes mucho más cercanos de lo que algún día pude pensar que estaban. 
Se llama seguridad, y la tenemos todos dentro. Sólo hay que apartar trastos del corazón, porque cuando apartas los trastos compruebas que tienes un hueco muy grande para llenarlo de todo lo que tú quieres. Y no importan los demás. No olvides qué es lo más valioso que tienes, así que no vayas a por ello porque ya lo tienes. Sólo cuídalo.



La canción de hoy es la que me ha inspirado. La escucho desde hace ya unos cuantos años y me encanta. La recomiendo. Además le da título a mi post de hoy. ¡FELIZ SÁBADO!

Bebe - Sinsentido


"¡Ay cuerpo! Cuerpecito mío, qué caña te he metío en estos años."





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